Podríamos apoyarnos en citas del propio Lenin para sostener la tesis que empareja su obra con la crisis del movimiento obrero en la Primera Guerra Mundial. Lenin intenta explicar cómo los países imperialistas forman una «aristocracia obrera» interna que se posiciona a favor de sus burguesías nacionales (por el botín conseguido a través del colonialismo) frente a otros estados. Eso explicaría porqué tantos partidos de la II Internacional apoyaron a sus gobiernos en las Gran Guerra.
Pero el panorama que se dibuja, de países imperialistas compitiendo entre sí por el reparto del mundo y sus riquezas, triunfada la Revolución de Octubre (no ya por tanto a escala universal, europea, sino imperial zarista), se transforma cada vez más en un imperialismo predominante (primero británico, luego estado-unidense) contra al URSS, la Patria del proletariado.
Fue también con la Revolución de Octubre como comienza la III Internacional, la Comunista, que escindió partidos socialdemócratas y fundó otros nuevos (en España a través de una sección del PSOE). El Partido Comunista suponía en cierta medida ya un Comunismo funcionando o al menos edificándose (el soviético). Sin este presupuesto, hubiese sido imposible la concepción de estos Partidos como vanguardias, avanzadillas de un Estado Mayor que inequívocamente se situaba en Moscú (militantes de todo el mundo acudían a formarse como cuadros y volvían con indicaciones, publicaciones, verdaderas misiones para sus países de origen).
Si la URSS funcionaba como Imperio es porque la teoría de Imperialismo en cierta medida lo preconizaba. No cabía que el proletariado se uniese entre todas las naciones en principio sino contra su propia burguesía en cada uno los eslabones de la cadena imperialista. Y luego desde el eslabón desprendido, impulsar el comunismo mundial.
Efectivamente pocos militantes comunistas entenderían que la URSS estaba realizado una acción imperial. Pero sí que el «Imperialismo» poco a poco dejaba de ser un estado de varios países para convertirse en un monolito, punta de lanza de la contra-rrevolución. Es decir, el Imperialismo era el «Bloque Capitalista» (al menos se entendía que era dominado por EEUU) frente a la URSS. Esto no significaba en recto reconocer el Imperio soviético pero de facto pedía la acción (contra)imperial (Argelia, Afganistán, Vietnam, Cuba, Palestina...).
Sin embargo, según han ido pasando los años desde la caída del Bloque soviético, las diversas crisis y el aislamiento de la política de muchos grupos se ha ido desdibujando ese Bloque imperialista capitalista de EEUU («el enemigo de los pueblos número 1» como algún partido maoista asiático aún llama) y han ido apareciendo el imperialismo chino o el imperialismo ruso (en el seno del ex-prosovietismo hoy unos defienden el carácter imperialista de Rusia y otros el de estado atacado por el imperialismo estado-unidense).
Por otro lado para algunas corrientes la teoría del imperialismo es determinante: es la contradicción principal de nuestra época frente a la llamada «capital-trabajo», lo que supone, si se pertenece a un estado imperialista, hacer la revolución socialista (como los bolcheviques en Rusia) pero si se es parte de un país dependiente del imperialismo, pujar por una guerra de liberación que permita al capitalismo nacional desarrollarse (claro que las tendencias contra-capitalistas actuales, que quizás procedan ya de otras fuentes, no-marxistas, empiezan a desconsiderar que el objetivo, leninista, es, igual que con el Derecho de autodeterminación, permitir el desarrollo económico y el proletariado, fortaleciendo así al movimiento obrero ¿Pero cómo luchar por el capitalismo (aunque sea de Estado) tras las banderas del indigenismo, las energías renovables y el veganismo?